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El dilema de un genio: La increíble historia del sofá de Steve Jobs

Pasaron 8 años hasta que lograra sentarse.

Steve Jobs
Steve Jobs 1985

El cofundador de Apple, Steve Jobs, continúa siendo objeto de estudio y admiración a más de diez años de su prematuro fallecimiento. Y es que su legado de innovaciones y filosofías perdura hasta el día de hoy, con productos que transformaron la industria de la tecnología, como el iPhone y el iPad, aún vigentes, y consejos sobre cómo llevar una empresa de forma exitosa que aún continúan llamando la atención.

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En ese contexto, existe una historia del oriundo de San Francisco, California, que dejó una marca indeleble en su biografía: Los ocho años de su vida que pasó escogiendo el sofá o sillón perfecto.

The Steve Jobs Archive revela los detalles de su nuevo programa de becas donde busca impulsar a alguien que siga el legado de Jobs en Apple.
Imagen: Archivo | The Steve Jobs Archive revela los detalles de su nuevo programa de becas donde busca impulsar a alguien que siga el legado de Jobs en Apple.

El perfeccionismo extremo de Steve Jobs

Como muchos sabrán, el cofundador de Apple no sólo era extremadamente perfeccionista en su vida laboral. Aquella cualidad también dominaba sus aspectos más personales, volviéndolo meticuloso para temas tan simples como la elección de una lavadora o de un sofá para su hogar.

Una tarea que podría parecer simple y cuestión de minutos para resolver, a Jobs le tomó nada más ni nada menos que ocho años. Un reflejo de su filosofía basada en que los detalles, incluso los no visibles, son fundamentales.

Pero todo tiene explicación. Desde su infancia, Jobs estuvo rodeado de lecciones sobre la importancia de la calidad, impartidas por su padre adoptivo, Paul. Aquella actitud se manifestó en todo, desde tareas domésticas simples hasta el diseño de productos nuevos para Apple. “Un gran carpintero no usará una madera pésima para la parte posterior de un gabinete, aunque nadie lo vaya a ver”, era una máxima que Jobs repetía y aplicaba en su vida profesional y personal. Por eso es que se aseguraba de que cada componente de sus productos, incluso los internos, fuera de la más alta calidad.

Entonces el desafío de amueblar su casa llevó a Jobs y su esposa, Laurene Powell, a un prolongado periodo de deliberación sobre la elección de su sofá, que terminó por extenderse por casi una década. ¿La razón? No sólo buscaban satisfacción estética, sino que también querían un mueble de calidad.

Tanto tardaron que incluso Powell compartió que dicha decisión se convirtió en motivo de burlas, ya que durante años, la pareja no encontraba el sofá que cumpliera con sus criterios. Además, no es que tuvieran uno provisorio. Jobs prefería estar de pie o apoyado en mesas durante las entrevistas antes que comprar un sofá no aprobado. Curioso, ¿no?

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